Cuando hablamos de cheesecake/tarta de queso, a nivel general, podemos clasificarlas en tres tipos. La american cheesecake, que se prepara al horno y con base de galleta, la quesada o tarta de queso al horno, y la tarta de queso de nevera, con base de galleta y cobertura de mermelada o gelatina de fresa. ¿Cual os gusta más?
La verdad es que yo no sé si podría elegir. Cada una tiene su encanto particular y para mi están todas buenísimas. En mi casa, desde que era pequeña, solíamos preparar la tarta de queso de nevera con cobertura de mermelada de fresa. Me acuerdo que la base de galleta era mi parte preferida de la tarta. Estaba taaan rica. ¡Qué recuerdos¡ 🙂
Esta vez, quería preparar una tarta de queso más ligera, ya que, por un lado, la gente que la iba a disfrutarla no podía abusar del azúcar y las grasas, y, por otro lado, era para una sobremesa después de una comida copiosa, por lo que tenía que ser algo suave. Por eso, opté por preparar una cheesecake ligera de limón.
Cuando estaba preparándola, no estaba demasiado convencida con el uso de la gelatina de limón, ya que aunque es cierto que lo utilizo mucho en los bizcochos y me encanta el sabor que le aporta, en este caso, no lo terminaba de ver. Sin embargo, el resultado es espectacular. Una tarta súper cremosa, equilibrada y con un sabor delicioso. Además, por los ingredientes, se convierte en una opción muchísimo más saludable que cualquier otra tarta de queso.
Ingredientes para 10 personas (molde de 20 cm):
- 1 paquete de galletas maría sin azúcares añadidos
- 500 ml de nata para montar ligera
- 150 ml de leche semidesnatada o desnatada
- 100 gr de mantequilla ligera
- 250 gr de queso crema light
- 100 gr de azúcar ó 10 gr de stevia
- 2 sobres de gelatina de limón light
- 200 ml de agua
¿Cómo lo hacemos?
En primer lugar, vamos a hacer polvo las galletas. Si tenéis una picadora, lo haréis en un abrir y cerrar de ojos. Si no, acudid al método tradicional. Meted las galletas en un par de bolsitas y las picáis con la ayuda del rodillo.
Cuando esté listo, lo echáis en el molde y lo mezcláis con la mantequilla previamente derretida en microondas unos segundos. Con la ayuda de una cuchara, aplastamos la base hasta que quede homogénea.
A continuación, en una olla pequeñita, ponéis a calentar a fuego medio la nata, el queso, el azúcar/stevia y la leche. Removemos con la ayuda de unas varillas hasta que esté derretido. No tiene que llegar a hervir.Solo lo hacemos para que sea más fácil deshacer y mezclar todos los ingredientes. Apagamos y reservamos.
Para la gelatina, calentamos 200 ml de agua. Cuando esté caliente, añadimos los dos sobres y disolvemos bien. Dejamos enfriar unos minutos e incorporamos a la mezcla anterior removiendo constantemente para que quede todo bien mezclado.
Vertemos la preparación sobre la base de galletas y dejamos enfriar en el frigorífico aprox. 6 horas para que esté fresquita y tenga la consistencia adecuada. Yo suelo hacerla de un día para otro.
Este es el resultado. ¿Os gusta?
En esta foto podéis haceros una idea de la textura interior de la tarta.
Cómo podéis ver, esta tarta es una demostración de que hoy en día, se puede disfrutar de los dulces de una manera más saludable sin perder ni sabor ni texturas. Sin duda, os la recomiendo totalmente.
Un abrazo y gracias por estar ahí :*
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Que ricas, a mi me gustan mas las de horno, en mi cabeza es como que me parecen mas caseras y no lo puedo cambiar por otra, eso sí, esta tarta también me la comería enterita jejeje no tengo remedio xd
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jejeje a mi me pasa como a ti, veo un dulce delante y no puedo decir que no! Un beso 😊
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