San Valentín está a la vuelta de la esquina, y aunque el amor hay que demostrarlo a diario, no está de más preparar algo para las personas que queremos y demostrarles nuestro cariño de una manera especial ;).
Ya os enseñé a preparar corazones trufados de oreo para esta ocasión, pero para que tengáis más alternativas, hoy os traigo unas deliciosas galletas holandesas.
Me decanté por esta receta porque llevaba bastante tiempo queriendo prepararla, y ésta, era la ocasión perfecta.
Desde pequeña, en la pastelería de al lado de mi casa, vendían estas galletas, y de hecho, las siguen vendiendo. Tienen una forma redonda y son enormes. Las hay cubiertas de azúcar glass o de chocolate negro. Cuando las probé por primera vez, se convirtieron en mis preferidas.
Son unas galletas sequitas que destacan por su dulzor y el intenso sabor a mantequilla. En su interior, quedan con una textura hojaldrada. La verdad es que son adictivas. Empiezas y no puedes comerte una o dos. ¡Vaya peligro!
Como os decía, podéis cubrirlas de chocolate y os quedarán buenísimas también. Os cuento como podéis prepararlas:
Ingredientes para aprox. 30 galletas:
- 35 g de azúcar glass
- 1 yema de huevo L
- 15 ml de leche semidesnatada fría
- 75 g de mantequilla
- 1/2 cucharadita de café de levadura química
- 150 g de harina
- 1 pizca de sal
- Azúcar glass para cubrir
- Opcional: Si queréis cubrirlas de chocolate, comprad una tableta de chocolate para postres. Derretidla al baño María y cubrir las galletas.
¿Cómo lo hacemos?
Mezclamos la yema de huevo con el azúcar glass con la ayuda de unas varillas.
A continuación, añadimos la leche y volvemos a mezclar.
Calentamos la mantequilla en el microondas de 40 en 40 segundos hasta que esté derretida y la añadimos a lo anterior mezclando hasta que esté todo integrado.
Vamos añadiendo ahora la levadura, la pizca de sal y la harina poco a poco.
Cuando tengamos una masa más o menos manejable, hacemos 1 bola y la metemos en la nevera aproximadamente 20 minutos.
A continuación, espolvoreamos un poquito de harina por la mesa, enharinamos el rodillo (para que no se pegue) y estiramos la masa dejándola con un grosor de medio cm.
Cubrimos una bandeja de horno con papel vegetal y precalentamos el horno a 180 º.
Damos forma a las galletas con la ayuda de un cortador las ponemos en la bandeja. Para despegarlas, podéis ayudaros de una espátula para que no pierdan la forma.
Horneamos durante aprox. 14 minutos ó hasta el momento en el que veáis que los bordes empiezan a tener un color doradito.
Al sacarlas, las dejamos que enfríen en la rejilla para que no se ablanden.
Después de 5 minutos enfriándose, espolvoreamos con azúcar glass.
Así es como quedan:
¿A qué son una monada? Y lo mejor es que son muuuuy fáciles y están deliciosas. Seguro que si las preparáis enamoráis a todos ;).
Cualquier duda, estaré encantada de responderos.
Un abrazo mis querid@s foodlovers :*
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Qué delicia de galletas, dan ganas de probarlas. Un abrazo
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Pues ya sabes, anímate que son muy facilitas 😉
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