Como bien ellos se definen, clarita es un gastrobar con encanto y ambiente bohemio y desenfadado que podéis encontrar en el centro de Madrid, en concreto en la calle Corredera Baja de San Pablo 19, muy cerquita de la Gran Vía.
Por fuera no es un local que llame especialmente la atención, sin embargo, cuando traspasas la puerta, te transporta a un mundo paralelo que te hace sentir muy cómodo. Como podéis ver, la decoración rústica marcada por tonos marrones y beige, consigue dar una imagen de estilo antiguo y elegante que le permiten crear un ambiente tranquilo y tradicional.
Aunque la elección de estos pequeños detalles es clave para la imagen del restaurante, la elección de sus platos y el trato de sus camareros también juegan un papel fundamental.
Puedo decir que todo el personal fue muy amable y atento en todo momento. Gente joven, con ganas de trabajar y con una sonrisa de oreja a oreja, que al fin y al cabo, es lo que nos gusta ver.
En cuanto a la comida, tienen dos opciones. Por un lado, un menú del día que sin duda recomendamos, y por otro, una carta muy completa e interesante, donde podéis encontrar desde verduras cocinadas con diferentes técnicas, hasta carnes con ingredientes que sorprenden, pasando por pasta o arroces elaborados. Nosotras decidimos hacer un mix. Por eso, os cuento lo que probamos.
En primer lugar, degustamos estos crujientes rollitos vietnamitas artesanos, que en conjunto con la fuerza de la salsa, se convirtieron en una auténtica delicia.
Siguiendo con los entrantes, probamos unos langostinos crujientes con guacamole y chips de yuca. Un rebozado crujiente espectacular, que junto con la ternura del langostino y el toque de guacamole eran todo un placer para el paladar. ¡Recomendadísimos!
Como segundos platos, nos decantamos primero por unos Raviolis de calabaza con salsa de nata y tomates deshidratados, cebolla, ajo, trufa y rúcula. Para mí el plato estrella, aunque he de reconocer que soy una gran fan de la pasta fresca, y esta con la suavidad de la nata y el toque dulce de la calabaza estaba increíble.
Para terminar con la parte salada, probamos una hamburguesa gourmet. No es de las mejores que he probado en Madrid, pero aun así, no le pondría ninguna pega. De sabor estaba rica, la cantidad del plato era abundante y la carne estaba en su punto.
Como a nadie le amarga un dulce, a pesar de que estábamos repletas, decidimos probar la tarta de queso. Riquísima, con un toque casero perfecto que echo en falta en muchos otros restaurantes que se decantan más por versiones industriales.
El otro postre, más ligerito fue un Mousse de maracuyá con coulis fruta de la pasión. La verdad es que al leerlo, no apostaba mucho por este sabor, pero nos encantó. Suave, dulce y muy esponjoso.
En definitiva, un sitio que recomendamos visitar. Perfecto para una comida, una cena, o para tomarse unas copas disfrutando de un picoteo de categoría.
Precio medio de carta: 25€ (Suelen tener promociones que podéis encontrar en su web)
Precio del menú del día: 11€
Gracias por estar ahí. ¡Un abrazo!
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